Abandonada
sobre aquella hierba espera su condena, como un alma en pena ante su juicio,
con los ojos cerrados, los oídos taponados, la mente en otra parte, la boca
cerrada, la nariz sin percibir olor alguno.
Intentando
de alguna manera olvidar lo que está sucediendo, pero el tacto por más que lo
intente no puede simplemente no sentirlo.
Nota
como esas manos, seguras y temblorosas a la vez, tratan de despojarla de la
ropa que la cubre, comienzan a caer los botones uno tras o otro, como si de una
cadena se tratase.
Sus
pensamientos eran dirigidos a Raúl, en que mal momento se había enfadado con
él, por un beso, ¡un simple beso en la frente!
Si
hubiera sido en sus labios estaría justificado, o tal vez tampoco, nunca lo
sabría, pero ahora una pregunta se repetía en su cabeza, ¿por qué lo había
rechazado así?
No
había hecho nada malo, sólo había sido una muestra de cariño, sólo eso, y por
esa estupidez ahora estaba en aquella situación. No le quedan fuerzas y se deja
hacer, inerte como si hubiera muerto o se hubiera sumido en un sueño muy
profundo, tratando en su mente huir de la realidad.
Las
manos desconocidas que recorrían su piel se detienen. Teme abrir los ojos
porque no sabe que va a encontrar. Sólo le quedan fuerzas para entre susurros
escribir en el aire un nombre.
-Raúl...-
nota como unos brazos cálidos la envuelven rescatándola de la fría hierba.
-¡Aly!-
Abre los ojos para encontrarse con la realidad, el joven que tanto deseaba que
la salvase estaba allí, junto a ella, cubriéndola como podía, con una mano, con
su chaqueta.- ¡Menos mal que estás bien!
La
abraza, entierra su cara en el pelo de Aleesha, mientras susurra mil gracias al
cielo, a Dios y otras a nadie en particular.
Aly
mira a su alrededor y encuentra a su atacante tendido en el suelo desmayado.
Sus brazos envuelven al chico que la había salvado, parece que los sueños se
hacen realidad, aunque estemos despiertos.
-Gracias,
Raúl...¿Me perdonas por ser como una niña chica?- Cierra los ojos mientras
respira tranquila, aunque Raúl fuese un extraño un poco más conocido que aquel
que la había atacado ella sabía que siempre lo tendría ahí, para lo que
necesitase, una sensación tan confortable que la hacía sentir segura entre esos
brazos tan amables.
-No
tengo nada que perdonarte, me pase un poco...- El chico aparta su cara y la mira
con aquellos ojos cenicientos tan hermosos.
-Te
tengo que compensar de alguna forma.- repone Aly quitándole un poco de hierro a
la situación. - Después de todo me has salvado, ¿Qué es lo que quieres?
El
joven la mira pensativo, mientras decide que pedir.
-Un
beso.-Al ver a la chica sonrojarse, repone rápidamente y nervioso.- ¡Con que sea
en la mejilla me basta! ¡Es sólo...!
Aleesha
lo calla con un beso, no en los labios si no muy cerca de ellos. Se separa de él,
y le susurra.
-Vámonos
de aquí,- le dice la chica, al ver que el tipejo asqueroso se había largado,- no
tenemos nada que hacer aquí,- Raúl comienza a caminar, ella se pone bien la chaqueta
y camina tras él, extiende su mano hasta que roza la del joven y como unos imanes
caminan de regreso son sus manos unidas por quizás un sentimiento más allá de la
amistad.
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