Nota
algo caliente en la mejilla. Se gira asustada, es sólo un café.
Anne
lo toma de la mano de Marcos. Se habían vuelto a encontrar. Ella estaba por la
calle Madrid de tiendas, él la vio y la fue a saludar. Luego hablando la invitó
a un café.
Ahora
estaba en un banco del campus de la universidad, con un café de la máquina en
la mano y con Marcos a su lado.
Le
mira de reojo. Era bastante guapo. Y no estaba mal de cuerpo. Pero fallaba algo
en él, su carácter. Sí pudiera cambiar eso sería perfecto.
-Gracias.
– Anne da un sorbo de su café. Se abrasa la lengua pero se queda en silencio.
-No
es nada. – le responde con una sonrisa. Su ojos verdes miran directamente a los
suyos. Ella le mantiene la mirada. – Dime, Anne, ¿Qué edad tienes?
-La
que a ti no te importa. – le responde fría como el hielo. Le agradecía el café
pero aquello no era excusa para preguntarle cosas.
-Venga,
dame un poco de cuartelillo. – le suplica Marcos. – Yo tengo diecinueve.
Anne
le mira de arriba a abajo, no parecía
mal chico, y por la edad no iba a saber nada más.
-Dieciocho.
– mira a su café y le da otro sorbo.
-Vaya
pensaba que eras más pequeña.- Anne le mira de reojo. – aunque te pega más tu
edad.
-Vaya…
Gracias. – responde secamente la joven. Le molestaba que le dijesen que parecía
más pequeña, cuando sabía que era completamente una mentira.
-Anne.-le
dirige la mirada más fría que tiene.- Perdona por lo que te dije en el tren, me
caes bien, tienes carácter, por lo que me gustaría que empezáramos de nuevo.
¿Quieres?
-Vale...-
dice tras meditarlo unos segundos. El perdonarle no le haría daño.-Pero sólo
tienes una oportunidad, así que aprovéchala bien.
-¡A
sus órdenes, señora!- la saluda como si fuera un militar, ella se ríe de la
pequeña broma.
-¡Qué
tonto eres, Marcos!
-Por
eso soy así de feliz, deberías probarlo es divertido.- ella se siente halagada
a la vez que un poco insultada.
-No
sé si tomármelo para bien o para mal. - responde la chica, mientras apura el
café de máquina.
-Tómatelo
a bien mujer, te acabo de decir que eres más lista que yo y eso tiene mérito.-
le responde riendo el muchacho.
A
Anne se le dibuja una curva perfecta en la cara, una sonrisa, aquel chico era
muy extraño pero le caía bien, además la había invitado a un café aunque fuese
de máquina y bastante aguado, era un detalle.
-Bueno,
Marcos, debo irme, tengo que hacer unos recados.
-Queda
conmigo.-le propone seriamente.
-¿Qué?-
da a modo de respuesta una Anne atónita.
-Sólo
una vez más, una última vez, en la que decides si volverme a ver o no.- al ver
a la muchacha sopesando su decisión añade- ¿Qué tienes que perder?
-La
verdad es que nada, vale, quedaré contigo sólo una vez más. -resuelve la joven
mientras camina dejando atrás a ese chico. Una sola vez más decía, luna sonrisa
se crea en la cara de la chica, le había parecido un tanto extraño y gracioso,
pero había accedido, porque... ¿Qué tenía que perder?
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