-Aleesha, tienes
que sacar hoy al perro.
-¿Qué?- dice la
chica mientras come una tostada con mermelada.
-Lo que oyes. Que
saques a Bécquer a dar una vuelta. Tu padre y yo nos vamos a comprar.
-Vale. -Responde
la muchacha suspirando. Una idea acude a su cabeza.- ¿Por qué no lo saca Bruno?
-Tiene
entrenamiento.-Le explica su madre mientras recoge las llaves, abre la puerta.-
Sácalo ¿Eh?- dice antes de cerrar.
La chica se calza
con unas deportivas y sale, su atuendo era muy casual, pero le servían aquellos
pantalones cortos y esa camiseta de manga corta. Le ata la correa a Bécquer,
que esperaba impaciente en el jardín, y salen juntos.
Dan vueltas por
la urbanización, hasta sentarse en un banco cerca de las canchas de baloncesto,
a Aly siempre le había gustado el baloncesto, de pequeña estaba en el equipo
del colegio, pero por falta de tiempo lo había acabado dejando a un lado.
-¿Ves, Bécquer?
Si es que mira que eres un incordio, pequeñajo.- dice burlona, pero aquel día
no tenía nada interesante que hacer, seguramente habría visto alguna serie
anime o algún capítulo de Sexo en Nueva York, ¿quién sabe?
Pero lo que no le
apetecía nada era cuidar del perro blanco que observaba inquieto al pequeño
equipo improvisado que jugaba en el campo.
Aleesha los
observa, parece que ya han acabado, pues se estaban despidiendo. Observa a los
chicos, serían un poco mayores que ella, pero no estaban nada mal, eran
atléticos y eso siempre gusta.
Entonces se fija
en uno, que parece estar teñido de un color ocre, que sonriente se despide de
los demás, aunque estuviesen un poco lejos su sonrisa era perfecta. Igual que
los pases que había realizado durante aquel pequeño partido. Ella se queda embelesada,
tanto que la correa se le escapa de las manos, y el perro sale corriendo hacia
el mismo chico.
-¡Tú! ¡Cógele!-
grita la joven mientras corre tras de él, asustada, sólo rezaba para que no le
pasara nada.
El chico
sorprendido con buenos reflejos intenta coger al perro, pero no tiene problema
alguno, pues le salta encima, ensuciándole la camisa y rompiéndosela con las
uñas, Bécquer se dedica a lamerle la cara.
El joven se ríe,
mientras le rasca detrás de las orejas.
-Venga chico
malo, bájate anda.- dice mientras lo levanta en alzas y lo deja en el suelo no
sin coger antes la correa.
La chica llega
corriendo y jadea un poco, se queda de piedra al ver lo que ha hecho el perro
con la camiseta del chico.
-¿Este perro es
tuyo?- el chico se queda sin palabras, la dueña era bastante guapa.
-Perdona. Siento
lo de la camiseta. Dice ella mientras coge la correa del susodicho perro.
-Oh.
-Pues eso, esto,
Gracias. Eres un perro malo Bécquer. No puedes irte a la primera de cambio. Y
menos estropear la camiseta a…
-Raúl
-¡Eso! A Raúl. Se
acabó el paseo por hoy. Mañana vengo y te pago la camiseta.-Dice con un ademán
de irse.
-Espera.-Si no la
va a volver a ver, prefería llevarse un buen recuerdo.
-¿Sí?
-Quiero una
compensación.
-¿Una
compensación?-pregunta la muchacha desconfiada.
-Sí, si no te
fías, nos lo jugamos a un partido. ¿Qué te parece?-Le propone Raúl con una
sonrisa.
-Mm, - Aleesha
era buena jugando al baloncesto, quizás habría perdido un poco de práctica pero
seguía ganando a su hermano, y eso que estaba en un equipo de dicho deporte.
Además si ganaba no tendría que pagarle la camiseta.-Vale, Quien llegue antes a
siete canastas gana.
-Muy bien,
demuéstrame que puedes hacer.
Aly ata la correa
de Bécquer a la red de metal cercana al campo.
-Saca tú, las
damas primero. –Repone Raúl sonriente.
¿Es que ese chico
sólo era sonrisas o qué? Pues se la iba a borrar dejándole por los suelos.
-Pues, ¡Que
empiece el partido!- grita la chica divertida.
Raúl va hacia
ella para quitarle el balón, pero ella le finta y pasándole por la derecha
llega a la canasta y de un salto encesta.
-Parece que va a
estar chupado el vencerte.- comenta mientras le saca la lengua.
-Eso ya veremos.
La chica continúa
haciendo fintas, tapones, robando el balón, y siendo rápida al tirar de todas
las maneras. Al final, aquel chaval era un enclenque jugando, mejor para ella,
pero hasta estaba siendo aburrido. Van 6-0, a favor a Aly.
-Uno más y
habremos acabado.- dice confiada.
-Parece que eres
bastante buena.-Reconoce el chico.
-Y tú bastante
malo.- Se ríe la chica.
Le toca sacar a
él, desde el medio del campo tira a canasta. La chica Sonríe. ¿Tan desesperado
está que tira desde ahí?
Salta para
pararla sólo por si acaso, lo logra con la punta de los dedos. Había tirado
demasiado alto, nunca había tirado a canasta ¿Entonces?
La pelota rebota
y cae en las manos de Raúl quien rápidamente se ha puesto cerca de ella. Se
mueve hacia el flanco derecho y lanza, entra limpia. Aly se queda atónita.
-¿Qué?
-El juego sigue,
pequeña. ¿No decías que me ibas a ganar?- la pica, Aly se enfada, era muy
competitiva y ese tal Rubén no la iba a ganar, nadie la había ganado nunca. O,
bueno, casi nadie.
Los siguientes
cinco puntos del chico se introducen con facilidad. Aly está desesperada.
Le toca sacar a
ella, nada más dar dos botes contra el asfalto la pelota pasa a manos enemigas,
quien se lo lleva más lejos aún de la canasta y lanza desde ahí, Aly se queda
quieta pensando que era la misma estrategia que la primera vez.
Sonríe para sí, y
corriendo hacia la canasta intenta captar el rebote, y es así la canasta escupe
la pelota y justo cuando ella salta a cogerla, Raúl le da un palmetazo al balón
introduciéndolo a la fuerza por el aro de la canasta.
6-7. Fin del
partido.
La chica se queda
sentada sobre sus rodillas. No puede ser. La ha ganado.
-¿Q-Qué? Parece que
al final era demasiado bueno.-comenta jadeante.
-N-No…- ella se levanta,
y reponiéndose de la sorpresa, se acerca a él y le tiende la mano. – ¡La próxima
vez te ganaré!
-¿va a ver una próxima
vez?-le pregunta el chico, quien ya vuelve a respirar normal.
-¡Pues claro! ¡Y en
esa te ganaré!
-Vale, pero antes
quiero mi compensación.
-Vale, mañana te pago
la camiseta.-contesta refunfuñando.
-No me refería a eso.
Quiero que me invites a algo.
-¡Pero qué dices!
-Lo que oyes, mañana
quedamos aquí a las once en punto, vente mona, iremos al cine.- le dice mirándola
con sus ojos ceniza, mientras se echa hacia atrás el pelo color ocre, y le dedica
una de esas sonrisas perfectas. –Perdedora.
Aly se enrojece de
rabia, ¿cómo había podido perder?
A la vez que recoge
al pequeño causante de todo y lo lleva a casa, otra pregunta se formula en su cabeza.
¿Por qué con lo tranquila
que era ella se había puesto así?
Seguramente porque
creía por completo que iba a ganar y su orgullo ha quedado por los suelos. Esa es
la respuesta a esa pregunta, pero ¿Quién sabe? Quizás esa no sea la correcta.