domingo, 17 de junio de 2012

Capítulo 45


-Aleesha, tienes que sacar hoy al perro.
-¿Qué?- dice la chica mientras come una tostada con mermelada.
-Lo que oyes. Que saques a Bécquer a dar una vuelta. Tu padre y yo nos vamos a comprar.
-Vale. -Responde la muchacha suspirando. Una idea acude a su cabeza.- ¿Por qué no lo saca Bruno?
-Tiene entrenamiento.-Le explica su madre mientras recoge las llaves, abre la puerta.- Sácalo ¿Eh?- dice antes de cerrar.
La chica se calza con unas deportivas y sale, su atuendo era muy casual, pero le servían aquellos pantalones cortos y esa camiseta de manga corta. Le ata la correa a Bécquer, que esperaba impaciente en el jardín, y salen juntos.
Dan vueltas por la urbanización, hasta sentarse en un banco cerca de las canchas de baloncesto, a Aly siempre le había gustado el baloncesto, de pequeña estaba en el equipo del colegio, pero por falta de tiempo lo había acabado dejando a un lado.
-¿Ves, Bécquer? Si es que mira que eres un incordio, pequeñajo.- dice burlona, pero aquel día no tenía nada interesante que hacer, seguramente habría visto alguna serie anime o algún capítulo de Sexo en Nueva York, ¿quién sabe?
Pero lo que no le apetecía nada era cuidar del perro blanco que observaba inquieto al pequeño equipo improvisado que jugaba en el campo.
Aleesha los observa, parece que ya han acabado, pues se estaban despidiendo. Observa a los chicos, serían un poco mayores que ella, pero no estaban nada mal, eran atléticos y eso siempre gusta.
Entonces se fija en uno, que parece estar teñido de un color ocre, que sonriente se despide de los demás, aunque estuviesen un poco lejos su sonrisa era perfecta. Igual que los pases que había realizado durante aquel pequeño partido. Ella se queda embelesada, tanto que la correa se le escapa de las manos, y el perro sale corriendo hacia el mismo chico.
-¡Tú! ¡Cógele!- grita la joven mientras corre tras de él, asustada, sólo rezaba para que no le pasara nada.
El chico sorprendido con buenos reflejos intenta coger al perro, pero no tiene problema alguno, pues le salta encima, ensuciándole la camisa y rompiéndosela con las uñas, Bécquer se dedica a lamerle la cara.
El joven se ríe, mientras le rasca detrás de las orejas.
-Venga chico malo, bájate anda.- dice mientras lo levanta en alzas y lo deja en el suelo no sin coger antes la correa.
La chica llega corriendo y jadea un poco, se queda de piedra al ver lo que ha hecho el perro con la camiseta del chico.
-¿Este perro es tuyo?- el chico se queda sin palabras, la dueña era bastante guapa.
-Perdona. Siento lo de la camiseta. Dice ella mientras coge la correa del susodicho perro.
-Oh.
-Pues eso, esto, Gracias. Eres un perro malo Bécquer. No puedes irte a la primera de cambio. Y menos estropear la camiseta a…
-Raúl
-¡Eso! A Raúl. Se acabó el paseo por hoy. Mañana vengo y te pago la camiseta.-Dice con un ademán de irse.
-Espera.-Si no la va a volver a ver, prefería llevarse un buen recuerdo.
-¿Sí?
-Quiero una compensación.
-¿Una compensación?-pregunta la muchacha desconfiada.
-Sí, si no te fías, nos lo jugamos a un partido. ¿Qué te parece?-Le propone Raúl con una sonrisa.
-Mm, - Aleesha era buena jugando al baloncesto, quizás habría perdido un poco de práctica pero seguía ganando a su hermano, y eso que estaba en un equipo de dicho deporte. Además si ganaba no tendría que pagarle la camiseta.-Vale, Quien llegue antes a siete canastas gana.
-Muy bien, demuéstrame que puedes hacer.
Aly ata la correa de Bécquer a la red de metal cercana al campo.
-Saca tú, las damas primero. –Repone Raúl sonriente.
¿Es que ese chico sólo era sonrisas o qué? Pues se la iba a borrar dejándole por los suelos.
-Pues, ¡Que empiece el partido!- grita la chica divertida.
Raúl va hacia ella para quitarle el balón, pero ella le finta y pasándole por la derecha llega a la canasta y de un salto encesta.
-Parece que va a estar chupado el vencerte.- comenta mientras le saca la lengua.
-Eso ya veremos.
La chica continúa haciendo fintas, tapones, robando el balón, y siendo rápida al tirar de todas las maneras. Al final, aquel chaval era un enclenque jugando, mejor para ella, pero hasta estaba siendo aburrido. Van 6-0, a favor a Aly.
-Uno más y habremos acabado.- dice confiada.
-Parece que eres bastante buena.-Reconoce el chico.
-Y tú bastante malo.- Se ríe la chica.
Le toca sacar a él, desde el medio del campo tira a canasta. La chica Sonríe. ¿Tan desesperado está que tira desde ahí?
Salta para pararla sólo por si acaso, lo logra con la punta de los dedos. Había tirado demasiado alto, nunca había tirado a canasta ¿Entonces?
La pelota rebota y cae en las manos de Raúl quien rápidamente se ha puesto cerca de ella. Se mueve hacia el flanco derecho y lanza, entra limpia. Aly se queda atónita.
-¿Qué?
-El juego sigue, pequeña. ¿No decías que me ibas a ganar?- la pica, Aly se enfada, era muy competitiva y ese tal Rubén no la iba a ganar, nadie la había ganado nunca. O, bueno, casi nadie.
Los siguientes cinco puntos del chico se introducen con facilidad. Aly está desesperada.
Le toca sacar a ella, nada más dar dos botes contra el asfalto la pelota pasa a manos enemigas, quien se lo lleva más lejos aún de la canasta y lanza desde ahí, Aly se queda quieta pensando que era la misma estrategia que la primera vez.
Sonríe para sí, y corriendo hacia la canasta intenta captar el rebote, y es así la canasta escupe la pelota y justo cuando ella salta a cogerla, Raúl le da un palmetazo al balón introduciéndolo a la fuerza por el aro de la canasta.
6-7. Fin del partido.
La chica se queda sentada sobre sus rodillas. No puede ser. La ha ganado.
-¿Q-Qué? Parece que al final era demasiado bueno.-comenta jadeante.
-N-No…- ella se levanta, y reponiéndose de la sorpresa, se acerca a él y le tiende la mano. – ¡La próxima vez te ganaré!
-¿va a ver una próxima vez?-le pregunta el chico, quien ya vuelve a respirar normal.
-¡Pues claro! ¡Y en esa te ganaré!
-Vale, pero antes quiero mi compensación.
-Vale, mañana te pago la camiseta.-contesta refunfuñando.
-No me refería a eso. Quiero que me invites  a algo.
-¡Pero qué dices!
-Lo que oyes, mañana quedamos aquí a las once en punto, vente mona, iremos al cine.- le dice mirándola con sus ojos ceniza, mientras se echa hacia atrás el pelo color ocre, y le dedica una de esas sonrisas perfectas. –Perdedora.
Aly se enrojece de rabia, ¿cómo había podido perder?
A la vez que recoge al pequeño causante de todo y lo lleva a casa, otra pregunta se formula en su cabeza.
¿Por qué con lo tranquila que era ella se había puesto así?
Seguramente porque creía por completo que iba a ganar y su orgullo ha quedado por los suelos. Esa es la respuesta a esa pregunta, pero ¿Quién sabe? Quizás esa no sea la correcta.

sábado, 2 de junio de 2012

Capítulo 44


Sale de su casa, se pone los auriculares y comienza a sonar la música, suave y dulce al principio, para pasar a veces a canciones más pegadizas de cantantes extranjeros o no, con letras tristes y tonos alegres, o alegres con tonos suaves.
Un botón de aleatorio encendido, las canciones se suceden sin pausa. Entonces suena una canción que desentona con las demás, su ritmo es caótico, rápido desenfadado. Una canción que le trae recuerdos a la mente.
Imágenes incoherentes, antiguas que fueron sustituidas por otras. La chica se para y mira el nombre de la canción, “Where did you sleep last nigth?” de Nirvana, recuerda a quien le pasó dicha canción hace bastante tiempo aquel chico de ojos grises y pelo alborotado.
Ve aquella situación.
-¿De verdad no has oído hablar de Nirvana?¿Ni de ese tipo de grupos?-Preguntó sonriente el chico mientras tomaban unas copas en un bar, en un rincón iluminado de aquel oscuro lugar, la música era un jazz suave, acompañado a veces de risas y el jaleo que acababa por tapar el sonido.
-No, nunca me ha ido mucho la música. Sólo escucho las canciones de moda. Odio la música antigua.-Repuso la muchacha de pelo largo y rubio en bucles que le caían por la espalda hasta llegar a la cintura.
-Pues chica, es la mejor. Pero cada cuál tiene sus gustos, aunque no puedes decir que odias algo a menos que no lo hayas probado antes ¿no?-le contestó el chico desafiante a la vez que le pasaba un pequeño auricular.-Escúchalo y si no te gusta no te insistiré más. ¿Vale?.
La chica resopla y le coge el auricular de mala gana. Se lo introduce en el oído, tras limpiarlo disimuladamente con los dedos. Cierra los ojos y se centra en el sonido.
Resuenan los versos de aquella canción.

“My girl, my girl, where will you go
I´m going where the cold wind blows”

Aquello era lo único que entendía de la canción. Lo único que podía distinguir de lo que decía el cantante.
A la vez que corre lo susurra en español.
-“Mi chica, mi chica, ¿A dónde irás?, iré a dónde sople el viento frío”- nunca se había dedicado a traducir la canción. Le parecía aburrido, por ello prefería las canciones españolas. O, también podía aceptar las canciones en otro idioma pero con mucho ritmo, que no te dejasen pensar en ¿qué dice la letra?
Los recuerdos que habían reverberado en el espejo de sus recuerdos cambian. Tras aquella noche cuando se conocieron habían quedado más veces.
Las escenas se amontonan, ellos caminando por el parque del Retiro, ellos cuando fueron al zoo, tras que él supiera que ella nunca había ido; ellos en la piscina; en aquella sesión de cine en la que no sabía de que iba la peli y nunca lo supieron; aquella otra en aquel pequeña cabaña de la montaña, sin nadie que los molestase.
Aquel último era su favorito. Fue un día de invierno, Diana y Gabriel habían ahorrado para poder ir a una pequeña cabaña en medio de la nada
Comenzaron con una cena a la luz de la chimenea, la lumbre calentaba bastante, por lo que estaban sentados cerca al calor del hogar. Ella había pasado la tarde lanzándole una indirecta tras otra.
-¿Estás segura?
-Siempre estoy segura.
Comenzó a besarle por los labios, la cara, el cuello,… Fue aumentando su radio de acción. Comenzó a desabrocharle la camisa, el a quitarle el jersey. Se ayudaron mutuamente a desnudarse, y allí a aquel calor tan hogareño, hicieron el amor.
Diana agita la cabeza, debía quitarse esos pensamientos, sabía que había hecho mal en dejarle, le echaba de menos a cada instante, a cada momento.
Había intentado ser una “niña buena”, tratar de volverlo a conseguir, pero Gabriel ahora estaba con otra. Y esa idea era inconcedible.
Y aunque se convirtiera en una “mala mujer”, lograría que Gabriel solo fuese suyo y de nadie más. Pues si la había olvidado ella le haría recordar todos esos momentos juntos fuese como fuese.
Continua corriendo mientras un plan se entreteje en su cabeza. Debía encontrarle y sabía donde estaría. Una sonrisa triunfal se cruza en su rostro.