lunes, 30 de enero de 2012

Capítulo 31

Comienza a darle el sol en los ojos, comienza a abrirlos con la mano en medio, ensombreciendo , así, su rostro, esta tirada en la cama cuan larga es, Delia se incorpora poco a poco, aquella habitación no le suena, y poco a poco comienza a recordar. La llegada a su apartamento, la huida, los llantos, la noche… Un momento… ella dormiría con Saray, pero ella no estaba allí, se comienza a espabilar. ¿Y si…? Se levanta de manera brusca, sus piernas le tiemblan, como siempre, tiene la tensión baja, y por las mañanas le cuesta despertarse. Camina lo más rápido que puede hasta la habitación de Gabriel, abre la puerta de  su cuarto y con cuidado sin hacer ruido, otea la habitación, los ve, a los dos, acurrucaditos en la cama, abrazados. Delia sonríe, y cierra la puerta sin hacer ruido, se dirige a la cocina.
 Hoy tenía pinta de ser un buen día.
 Se acerca a la cocina y oye como algo vibra, busca el causante de aquel estruendo en el lugar del silencio.
El móvil de Gabriel está recibiendo una llamada, Delia mira quién es. Solo pone NO COGER. Curiosa descuelga.
-¿Gabriel, eres tú?- dice una voz femenina, insinuante.
-No, o al menos eso creo.- responde Delia, burlona.- ¿Quieres dejarle algún recado?, es que ahora mismo no está disponible.
-No. Si él no contesta no tiene gracia.
-¿Gracia?- le pica la curiosidad, ¿Quién será esa chica?
-Eso no es de tu incumbencia, a menos que salgas con él.
-Resulta que soy su novia.- decide mentir, quiere saber quién es a toda costa.
-Oh, pues pobre de ti, te mancillará y volverá a mis brazos. Su corazón sigue siendo mío.
-¿Perdona? ¿Se puede saber quien narices eres?- se estaba empezando a enfadar.
-Solo soy una fuente fiable, si no te ha contado nada de mí, yo no soy quien para contarte nada.
-Pues vale. Ya le preguntaré.
-Por cierto antes de colgar…- Delia entrecierra los ojos- ¿Ya lo habéis hecho?
-Eso a ti, señorita “desconocida” ni te va ni te viene.- Contesta mordaz Delia.
-Pues que sepas que una vez consiga lo que quiere, te dejará, y volverá a mí y todo será como entonces.
A Delia se le ocurre quien puede ser, prueba.
-¿Diana? ¿Eres tú?- era imposible, Diana era una estudiante becada en Francia, tenía cursillos de verano, era imposible que estuviese aquí.
-¡Premio!, Cuanto has tardado, querida…Una cosa más antes de que me cuelgues… Disfruta de Gabriel mientras te dure… Porque volverá a ser mío…- una sonrisa malévola se forma en la cara de Diana.
Delia cuelga, asustada, repasa todo lo que le ha dicho. Ella quería volver con Gabriel, no sabía por qué, pues ella fue quien le dejo. Pero, ¿Y Gabriel? ¿La seguiría queriendo? La pobre muchacha quiere quitarse la conversación de la cabeza. ¿Qué hacer? Dos opciones.
Primera decírselo a Gabriel, y rezar porque no vuelva con esa arpía.
Segunda callarse y no decir nada.
Tras pensarlo se decide por la segunda, recoge el móvil de Gabriel, y bloquea las llamadas de ese número. No volvería a sonar a menos que eso se desactivase.
Para despejarse la cabeza, decide hacer el desayuno e ir a despertar a la pareja. Si antes había dicho que sería un día precioso, ahora le parecía el peor.

Cuando se despierta tiene calor, ha tenido un sueño precioso, no recordaba demasiado, le dolía la cabeza. Trata de desasirse de algo que la envuelve. Toca aquello que la aferra con la mano, esta blandito pero no demasiado, nota un poco de vello, y piel, recuerda el abrazo de antes de dormir, ¿Aún continuaba abrazándola? Abre los ojos del todo, la habitación estaba en penumbra, y eso facilitaba las cosas.
-Gabriel…- oye un pequeño refunfuño.- Gabriel… Despierta…- no le puede ver la cara, si la hubiera visto, se habría topado con sus ojos grises, y su pelo enmarañado, cubriéndole parcialmente los ojos. La abraza más fuerte.- Gabriel… suéltame…. –dice susurrando. La muchacha logra girarse, no sin esfuerzo y con ayuda del muchacho. Le mira a los ojos.- Buenos días…
Le da un beso breve. Coloca sus manos sobre su torso, él la vuelve a besar, una pequeña forma de darse los buenos días, se ríen. La puerta de la habitación cruje al abrirse.
-¡¡¡Buenooos Díaas!!!- entra medio gritando Delia. Lleva una bandeja con platos, y tazas.- Venga parejita, a desayunar.
-Ya vamos, adelántate tú…- Dice Gabriel, mientras vuelve a cerrar los ojos, para volver a dormirse.
-¡Pero bueno! Al menos suéltame, que tengo hambre…- sus tripas tiemblan gruñendo, Delia se ríe, Gabriel, esboza una sonrisa con los ojos cerrados.
-Pues cómeme a mí…- Saray se pone roja, forcejea hasta que Gabriel la suelta, ella nota frescor donde momentos antes estaban los brazos de Gabriel.-Venga, anda, comamos algo…
Bosteza, Saray se levanta rauda, tiene mucha hambre y quiere ver que hay para desayunar, Delia sale con ella; colocan el desayuno en la mesita de café del salón, ya han colocado todo, Gabriel sale de su habitación.

domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo 30

Gabriel le muestra a Delia donde estaban las películas, mientras deciden cual, charlan.
-Esa chica es maja…fue muy amable conmigo-Comienza Delia
-Mmm… Sabes que no saldría con ella si no lo fuese…-Responde desviando la mirada.
-Podría serlo contigo pero no con los demás…
-¿A qué te refieres?
- A nada… - Al rato eligen la película, “Moulin Rouge”, una  romántica pero movida. Comienzan a levantarse tras colocarlas.
-¿Sabes? Me alegro de que sea ella y no otra la que este a tu lado…- Delia sonríe, Gabriel se queda desconcertado. Sigue teniendo las mismas dudas que hace apenas unas horas. Pero quizás, sin darse cuenta, haya dado con la respuesta a todas ellas.
En el salón les espera Saray, con tres vasos de refresco burbujeante en la mesa, un bol de palomitas y llenando otro de patatas fritas de bolsa. Delia le tiende la película a Gabriel, y se sienta hecha un ovillo al lado de Saray, quien estaba en el centro. Gabriel, tras poner la película se sienta en un pequeño sillón.
Tras ver el brillo de decepción en los ojos de  la muchacha, Delia se levanta y le susurra a Gabriel que se siente con Saray. Él se vuelve a levantar y se sienta al lado de la chica. Delia apaga las luces.
-Así se da más ambiente de cine.- Ríe, en realidad lo hace para darle más intimidad a la pareja. Se sienta y pulsa el ok del mando para que empiece la película.
A la mitad de la película, Saray se hecha sobre Gabriel, apoyan su cabeza en su hombro. Él le suelta el pelo y se lo acaricia. Se oye una respiración lenta que proviene del sofá, Delia se levanta.
-Dios, que sueño, me voy a dormir…- les mira antes de salir- no hagáis cosas malas- se aleja sonriendo, ella dormiría en la cama de los padres de Gabriel.
Pasan unos minutos, ninguno de los dos tiene sueño.
-Gabriel…
-¿Mm? ¿Qué quieres?- susurra él mientras sigue jugando con su pelo.
-¿Te puedo preguntar algo?- Saray se ponía cada vez más roja.
-Claro… -la mira, no le ve la cara solo una mata de pelo.
-Tú… ¿Qué vistes en mí?- esa pregunta le pilla por sorpresa, se queda pensante. Se hace un silencio.
-No lo sé… Me llamaste la atención.
-Espera… déjame que la reformule… ¿Qué es lo que te gusto de mí?-La chica se separa un poco de él de manera que se le queda mirando a los ojos.
-Mmm… que no te comportabas como otras chicas, que eras diferente… Es decir, tu carácter, me gusta cómo eres…- Ella se queda esperando algo más.- Pareces seria, enfadica e independiente al principio, pero luego eres dulce, simpática y… caprichosa…- ella refunfuña y le da un golpe suave.- Eh, me has dicho que te lo diga… Además, creo que tu nombre le hace justicia a cómo eres.
-¿Eh?- Saray se sonroja.
-A partir de ahora te llamaré por el significado de tu nombre…"Princesa"…- Ella se pone como un tomate, Gabriel se acerca a ella.- ¿Le darías un beso a este plebeyo, princesa?
-¿Cómo no iba dárselo, sobre todo si es un ángel?- ella le coge el rostro con las manos y lo alza, con tranquilidad, suave, lento… Esta vez no hay nadie para interrumpirles. Va acercando su rostro al suyo, cuando sus ojos comienzan a bizquear los cierra, y se funden en un beso. El muchacho la atrae hacia sí, enreda sus dedos en un juego contra su pelo, la otra palma se coloca en la parte inferior de su espalda, la muchacha se queda completamente pegada a él, siguen juntos en aquel beso, se comienza a volver apasionado, se separan un momento, ella le besa la cara, el muchacho aun con los ojos cerrados, nota como le caen gotas frías, la mira y la ve allí sumida en un pequeño llanto. Él se asusta.
-Eh, ¿Qué te pasa?-dice Gabriel mientras le acuna la cara.
-Soy feliz, bobo…- ella sigue llorando y vuelve a besarle, un beso de sabor salado, como el mar.-Hacía mucho que no era así de feliz-  se aferra a él.
-Pues como sigas llorando, vamos a inundarnos.-Dice él mientras le besa el cuello.
-Tonto… - dice ella mientras sus manos se aferran a aquella prenda de manga corta, arrugándola.
-Vaya, últimamente me dicen mucho eso…- esboza media sonrisa. Ella se separa, sus ojos cansados y rojos por la llantina miran los suyos también cansados.
-¿Y no has pensado que a lo mejor tienen razón?- ella esboza una sonrisa.
-Sí, pero no les hice caso.- Tras varios besos más se levantan, él dormiría en su habitación, ella con Delia. Se despiden con un beso breve.
Gabriel está a punto de caer en los brazos de Morfeo, cuando oye pasos, se gira y ve a Saray de pie en el marco de la puerta.
-Delia no me deja espacio… ocupa ella sola toda la cama… ¿Puedo dormir aquí?-No le ve bien la cara, pero se la imagina, refunfuñando y a la vez, avergonzada.
-Claro… pero yo me iré…- ella ya se estaba subiendo a la cama.
-No hace falta, mientras no me hagas nada…- La abraza por la espalda, la besa en la nuca, Saray siente un escalofrío.-Eh, ¿Pero qué haces?
-No te voy a hacer nada que tú no quieras… pero al menos déjame abrazarte. Y por ahora, comerte de vez en cuando a besos...- continua besandola por los hombros. Al rato para, esta muy cansado y solo quiere dormir, y más después de un día como ese.
La muchacha se siente estúpida, avergonzada y, extrañamente, en la gloria, estaba a gusto allí envuelta en aquel suave y férreo abrazo, poco a poco ambos se van quedando dormidos. La muchacha perdida en aquel olor, el olor que más le gusta, y Gabriel con la cara enterrada en su pelo..

sábado, 28 de enero de 2012

Capítulo 29

Sigue cabreado cuando llega a la puerta de su casa, respira hondo, pensando en lo que va a encontrarse y en poner la mejor cara de póquer posible para esos momentos. Mete las llaves, mientras las gira en su última vuelta, oye un golpe, parecido al del cristal contra el suelo, se asusta, abre rápidamente y  asomado, ve a Saray mientras recoge los vidrios de lo que parecían haber sido dos vasos con refresco, aún burbujeante, estampado contra el suelo.
Saray se sorprende al verle, Delia se acerca a ayudarla a recoger el pequeño desastre, con una sonrisa pintada en la cara, y una sudadera de él encima del pijama. Ante la escena, Gabriel esboza una sonrisa.
-¿Te dejo un rato sola y me destrozas la casa?-Dice mientras se agacha y la ayuda a recoger también.
-Cállate… se me han caído, porque estaban mojados, y se me han resbalado… - ella se sonroja, llevaba el pelo recogido con una pinza de pelo, algunos mechones se escapaban a su prisión de dientes de plástico, además de uno de sus pijamas.
-¡Pero mira que eres mona!- dice él, sonríe y le da un beso leve en los labios, la muchacha sorprendida, recoge mal un cristal.
-¡Ay!- dice mientras se lleva el dedo a la boca- ¡Por tu culpa me acabo de cortar! ¡Para la próxima avisa!
-No haber empezado a salir conmigo, o también, no haber dejado caer los vasos.
-Eres imbécil…-Dice ella sonrojada y refunfuñando.
Se oye una risa cantarina, suave y melodiosa, ambos se giran, ven a Delia riendo, con ganas no como antes, forzada, sino completamente natural.
-¡Uy! Mírala como se ríe…. – dice Saray en tono amenazante. Suelta los cristales de manera que quedan a amontonados, y se lanza hacia ella.- Te mereces…. ¡Un ataque de cosquillas!
Gabriel las mira mientras ríen, ¿Se habrían hecho amigas en tan poco tiempo?, no puede parar de sonreír, deja que aquella imagen de las dos muchachas riéndose ocupe toda su mente, olvidando que momentos antes había ensuciado sus manos. Termina de recoger los cristales y los tira, coge una bayeta y seca los restos, vuelve a entrar en la cocina para escurrirla, y nota unos brazos rodeándole por detrás, siente un escalofrío. Ella apoya su cabeza en Gabriel, entrecierra los ojos.
-Me da la sensación de que no me has hecho caso…- susurra su voz un poco ronca.Está enfadada lo nota.
-Lo sabías antes de que saliese de aquí, aun así me dejaste ir…- Se dirige a Saray con el mismo tono de voz. Se seca las manos y las coloca de punto de apoyo sobre la encimera. Se pone tenso, Saray lo nota.-¿Cómo te has dado cuenta?
-Tenías los puños rojos…-cierra los ojos, se suelta, sus manos comienzan a recoger torpemente las lágrimas.-Tenía miedo de que te pasase algo.
Sin saber que decir,  se da media vuelta y la abraza, ella llora en silencio, un rato más, Gabriel, enreda su mano en los pelos libres de su nuca, la atrae hacia sí y le besa la frente, se aferra a ella.Se quedan así un rato más, hasta que a la muchacha se le dejan de escapar aquellas molestas gotitas saladas.
-¿Me perdonas?- susurra el muchacho, sus ojos grisáceos brillaban tristemente.
-No lo vuelvas a hacer… Si no, no te volveré a perdonar… nunca. Prométemelo…- ella le mira seria, aunque fuese una amenaza, sabía que lo hacía por su bien, acuna su rostro en sus manos y la vuelve a besar, no como aquellos últimos besos, furtivos, con prisas; es largo, tranquilo, como si el tiempo se parara. Se separan un poco, lo suficiente para mirarse a los ojos sin bizquear.
-Te lo prometo… - se vuelven a acercar, Saray coloca su mano en aquel pelo castaño, enredandose en él.
-Gabriel, ¿Dónde están las pelis? Es que no las…-Sus ojos violetas ven aquella escena, se sonroja rápidamente-¡Ay! ¡Lo siento, lo siento! ¡Haced como que yo no existo!Pero… antes dime donde están las pelis.
-Parece que siempre nos interrumpen- comienza a decir mientras rie la muchacha, aquello hace que Delia se ponga aun más roja.- Ve a darle las pelis anda, yo ahora voy.-Dice mientras se aleja de él.
-Ah, no. Ya estoy harto de que nos interrumpan.- Con una mano le alza la cara, con la otra la atrae hacia él agarrándola de la muñeca. Sus labios se vuelven a juntar, de manera salvaje y rápida.- El resto ya me lo darás después.
Saray trata de reaccionar con algo ingenioso, pero se queda sin palabras, Gabriel se acerca a Delia y se la lleva para enseñarle donde están las pelis. La muchacha se queda pensando. ¿Estaba segura de lo que hacía? Por ahora todo había salido bien, se había fiado de su instinto y este la había llevado por un buen camino… ¿Debía seguir confiando en ello o en lo que su cabeza le dictaba?

viernes, 27 de enero de 2012

Capítulo 28

-Delia aquí te dejo la ropa ¿vale?-  dice Saray, dejando un pijama en la puerta. Comienza a irse cuando oye una voz tímida quebrada.
-Vale.- Se asoma una mano por una rendija de la puerta. Recoge la ropa.-No te vayas lejos, por favor, no quiero quedarme sola.
-Tranquila estoy tras la puerta. No me moveré de aquí, a menos que tú lo digas.
-¿Crees que he hecho bien?
-Claro, mira si yo estuviese en tu lugar hubiese hecho lo mismo.-Dice Saray mientras se deja caer al suelo,  allí sentada, deja la mente en blanco.
-¿De verdad no molesto?-  se le quiebra la voz.
-Jamás. Eres parte de la vida de Gabriel y por tanto ahora de la mía, tú nunca molestas
Sale del cuarto de baño, esta vestida con uno de los pijamas de Saray.
-Me alegro de que seas tú la que este con Gabriel.-susurra para el cuello de la camisa.
-¿Eh?- Saray se levanta, le coloca aquel pelo, con el que parecía una muñeca de porcelana, sus ojos están rojos.
-Nada, ¿Y si vemos una peli? Tengo hambre-Saray la miraba sorprendida.-No quiero pensar en lo que ha ocurrido. Y lo mejor para no pensar es hacer otras cosas.
Sonríe con dificultad, la delatan sus ojos. Saray, sonríe, con pena, estrés y cansancio acumulado.
-Al menos sabrás donde están las pelis, ¿no?

Gabriel, abre la puerta del apartamento de Delia, entra decidido, aun están las luces encendidas, camina hacia el baño, recoge, casi todo lo que ve por allí, camina hacia el cuarto, sin prestar atención, coge ropa al azar, y lo mete en la bolsa de plástico.
-Oh, pensaba que Delia había vuelto.- la voz serpenteante le detiene en su labor, se da media vuelta lentamente.
-No me digas que tú eres quien le ha hecho eso.
Se ríe, fuese o no fuese él, le estaban entrando ganas de dejarle peor que a ella.
-Se lo merecía esa…- no puede terminar la frase, un puño se estampa contra él, hace que retroceda un par de pasos, antes de que pueda reaccionar, se agacha y le pega otro en pleno estomago, el desconocido se dobla sobre sí mismo. Trata de devolvérsela, pero Gabriel es rápido, le tira al suelo, y le comienza a dar golpes sucesivos, uno tras otro, cuando el muchacho comienza a sangrar por la nariz rota, Gabriel se para en seco, recuerda lo que Saray le pidió, y su cara al irse, se levanta tranquilamente, recoge la bolsa, y antes de salir, le escupe en la cara a ese tipejo, que yacía en el suelo. Una sola palabra, antes de irse, sale de sus labios.- Basura

domingo, 22 de enero de 2012

Capítulo 27

Delia entra en su casa, cierra la puerta y antes de echar la cadena que funcionaba de pestillo, decide ver que no hay nadie, enciende todas las luces, mira en la pequeña terraza. Vacío. Se dirige a la puerta. Echa la llave, cinco vueltas, sus manos las hacen girar temblorosas. Cuando lleva la mitad, lo oye. Un crujido que venía de su cuarto. No creía en las coincidencias, vuelve a abrir la puerta, sale, comienza a oír pasos tras ella. Ella golpea a algo o a alguien al cerrarla de golpe. Baja de dos en dos las escaleras, oye cómo se vuelve a abrir su puerta. No le queda tiempo. Saca un Samsung, mientras busca el número de Gabriel, oye que los pasos se acercan más y más, ya casi está en la puerta, extiende la mano, va a tocar el picaporte. Una mano la engancha de la rebeca que llevaba, deja que se quede colgando en la mano de aquel hombre. Abre la puerta mientras la confusión hace que se quede parado unos segundos, unos segundos que ella no iba a desaprovechar.
Sale y se funde con la oscuridad. Logra, entre temblores, llamar a Gabriel. Cierra los ojos fuertemente, solo desea que lo coja, mientras sus lágrimas miedosas recorren sus carrillos.
-¿Sí?- dice su voz somnolienta- ¿Qué quieres Delia?
-Ayúdame…- solo logra que salgan esas palabras antes de echarse a llorar.
-¡Delia! ¡Escúchame! ¿Dónde estás? ¿Estas bien?-La preocupación tiñe su voz.
Ella logra vocalizar la dirección, pero no responde nada más. Gabriel, se pone una camiseta y unos vaqueros cualquiera, recoge las llaves. Mientras, consuela a Delia, al salir cuelga. No quedaba lejos el lugar donde ella estaba. Se coloca el casco y subido en su moto se dirige rápidamente hacia la dirección que había balbuceado su amiga.

-¿Quién es?- dice Saray medio dormida. Bosteza.
-Saray… -Dice Gabriel con un tono preocupado.
-¿Gabriel? ¿Pasa algo?-la chica se incorpora de inmediato. Mira la hora, son las once.
-Necesito tu ayuda…-casi no logra articular las palabras, Delia está sentada abrazando sus piernas encima del sofá.
-Claro… ¿qué quieres?
-Ven a Sol.-él cierra los ojos.
-Muy bien, me visto y voy. Te espero fuera, como la última vez.
-Vale. No tardes. Trae dos pijamas.- cuelgan, la chica se viste rápidamente, recoge lo primeros pijamas que ve, el muchacho se acerca a Delia. Le susurra.- Voy a por Saray, ¿vale?
Se echa a temblar. No tiene frio, pero sus manos están heladas.
-No… no…- balbucea. Gabriel coge una chaqueta del armario. Se la pone a Delia, intenta no mirar sus brazos.
-Pues te vienes conmigo. ¿De acuerdo?- ella solo asiente.
Saray espera en Sol, afuera, ella observa el Madrid en la noche. Ve a Gabriel con una chica viniendo por  una de aquellas calles tan espaciosas. Le hace una seña, ella se acerca. Cuando logra distinguir el rostro demacrado de la muchacha, se lleva la mano a la boca sorprendida.
-¡Delia!- como podía ser que una chica tan alegre estuviese así.- ¿Qué ha…?
-Primero vayamos a mi casa allí te explicaré todo.
Saray no hizo más preguntas, solo se dedico a seguirles, hasta llegar al ático de Gabriel. Delia parece muerta, inerte, de no haber parpadeado un par de veces hubiera pensado que era una muñeca. Cuando Gabriel le quitó el abrigo a Delia lo entendió todo. No necesito palabras.
-No… - Sus palabras se silenciaron, no sabía que decir. Los moratones cubrían sus brazos, tenía de todos los tamaños, pero la mayoría parecían antiguos. Eso la tranquilizó un poco.
Delia comienza a abrazarse a sí misma, como si se quisiese proteger de algo.
-No me quiere hablar, no sabía qué hacer, y…- el bajo la cabeza, no podía mirar a Delia no en ese estado, estaba furioso, y el verla solo hacía que empeorase.-Te llamé a ti.
Saray le mira fijamente, luego a Delia. Se acerca lentamente a ella.
-Delia… Dime, ¿Quién te ha hecho esto?- pregunta mientras le pasa las manos por aquellas manchitas púrpuras y amarillentas.
-No te va a responder, ya lo he intentado yo.
Se oye un susurro, procedente de aquella muchacha moteada.
-Él…
-¿Quién es él?
-Mi ex novio…- dice mientras se encoge más en sus brazos.
-¿Tu ex novio?- suspira aliviada, al menos ya no estaba con él- ¿Cuándo le dejaste?¿Hace cuánto no le ves.
- Dos semanas... él... hoy... por la noche.... me persiguió y yo... huí... luego llame... a Gabriel...- Dijo entre sollozos, luego empezó a calmarse.
Gabriel se estaba enfureciendo, sabía que si encontraba a aquel tipo se lo iba a hacer pagar caro. Aprieta los puños. Saray lo ve.
-Bueno, Delia, Gabriel, va a ir a por ropa a tu casa, ¿Tienes las llaves?
Ella saco un llavero de su bolsillo, Saray lo recoge, y se lo tiende a Gabriel.
-Te vendrá bien un poco de aire, trae ropa y cosas de aseo personal. ¿Entendido?-Dice la muchacha con una sonrisa.
-¿Cómo puedes sonreír?- Dice el muchacho mientras aprieta los puños.
-Si me echo a llorar, como me pide mi cuerpo, no podré consolarla a ella.- le coge el puño cerrado, se lo abre con facilidad, o más bien el deja que lo abra, le coloca las llaves.- No hagas locuras.-Dice intentando aparentar calma, pero se le quiebra la voz.-Delia, vamos a que te des una ducha, te relajará. Ve yendo. Enseguida te llevo algo de ropa.- Delia se encamina hacia el estrecho pasillo.Se oye el crujido de la puerta de madera al cerrarse.-Sí, por casualidad, te encuentras con ese asqueroso…
-Se lo haré pagar…-Volvía a apretar los puños, el derecho estaba dolorido, por la presión de los dientes de las llaves. Saray niega con la cabeza.
-No… recoge las cosas y vuelve a casa.- el muchacho iba a replicar, pero Saray le mira a los ojos, una de aquellas lágrimas amargas resbala por su rostro; solo asiente, no puede decir nada, sus dientes se clavan los unos en los otros.
-No tardaré mucho.-Abre la puerta de entrada, y sale con paso firme, sabía que no la haría caso. Saray se seca las lágrimas con sus manos. Gabriel camina andando rápido, decide no coger la moto, porque los sentimientos son los que rigen su razonamiento. Caminando se dirige a la casa de Delia.

viernes, 20 de enero de 2012

Capítulo 26

Una vez en RENFE, ya ha anochecido.
-Bueno, pues nada. Mañana te llamo. –dice Gabriel mientras sonríe.
-Como no lo hagas,…-Dice ella haciendo un mohín.
-¿Qué harás, eh?- Dice él mientras aproxima su rostro al de ella. Cuando están lo suficientemente cerca ella le mordisquea el labio.
-Castigarte.- responde ella.
-Oh, eso me gustaría verlo.- su sonrisa se vuelve maliciosa.
-Eres imbécil.
-Hablo la que sale con el imbécil, ¿eso no te convierte en otra?
-Cállate.
Cuando se van a despedir, oyen una voz, conocida para el chico y desconocida para Saray.
-¡Pero bueno! ¿Qué haces aquí enano?- Gabriel da un respingo, mira a su alrededor, es Delia, ¿qué hacía allí en Getafe?, la muchacha clavó sus ojos el Saray, y luego en Gabriel- ¡Ay! ¡Perdón, parece que os pillo ocupados!
-¿Podrías haberte dado cuenta antes no?- dice él con tono de enfado.
-Uy, como se pone, encima que me acerco a saludar.-dice en tono sarcástico.
-¿Quién es?- ambos se giran hacia Saray, que había pasado desapercibida.
-Ella es…
-Yo soy Delia, encantada, soy una amiga de la infancia de este pequeñajo. Nos llevamos 3 años.- se ríe, tras ver la extrañeza de la muchacha tras utilizar el término de “pequeñajo”.- ¿Y tú quien eres? ¿Estas saliendo con Gabriel?-puso especial énfasis en la última pregunta.
-Pues… Yo me llamo Saray, y bueno…- La muchacha se empieza a sonrojar.-sí.
-¿Ves como tenía razón?, además parece que no habéis perdido el tiempo.-Se echa a reír al ver la cara de Gabriel.
-¿Y tú qué haces aquí?-dice Gabriel un poco mosca. Delia le mira, sonríe dulcemente.
-Venía a ver a una amiga. Iba a pasar aquí la noche, pero finalmente he decidido no quedarme. ¿Te vas ya?-su pregunta va dirigida a Gabriel. Este asiente.- bueno un placer conocerte. Espero que seamos amigas.-Dice con una gran sonrisa en dirección a la muchacha, que contemplaba atónita la escena que se desarrollaba ante ella.
-Sí, sí ya voy.-Delia da unos pasos y le espera a unos metros de distancia. Su mirada profunda mira a la otra chica.- Bueno, ¿Por dónde íbamos?-pregunta mientras acerca su rostro al de ella.
-Pues…- oye un ruido, como de algo muy rápido pasando por un túnel. Rasgando el aire a gran velocidad- Que como no te des prisa vas a perder el tren.-Dijo ella sonriendo
-Me da igual cojo el siguiente.
-Pero….
-¡Venga vosotros dos! ¡Daos vida!-dijo medio gritando Delia, que ya estaba pasando el billete de ida.
-Bueno, mejor nos damos prisa.- dice él sonriendo, antes de que ella pudiera hablar, le planta un beso en los labios. Suave, corto, dulce. El sonido del tren atronaba a la chica, mientras veía como Gabriel se iba medio corriendo con Delia hacia el tren, llegando a tiempo. Ella comienza a marcharse.
Mientras ella abre su portal, se lleva las yemas del índice y el corazón  a sus labios, sonríe recordando lo ocurrido. Recibe un mensaje nada más entrar en su casa.

-¿Y esa chica?-Dice Delia insinuante.
-Si ya lo sabes no sé porque preguntas.-dice Gabriel aun sonrojado.
-¿cómo os conocisteis?
- Ella… me pego un puñetazo en una discoteca.
-Venga ya- se empieza a reír, se sujeta la tripa. –El gran Gabriel, domado por una boxeadora…-se dobla sobre sí misma.
-¡Para! Por eso no te lo quería contar.- Delia se calma poco a poco.
-Vale, lo siento…- dice ella entre risas.-pero, ¿La quieres de verdad o es como las otras?
-Si fuese como las demás no te la habría presentado…
-¿Con ella olvidas por completo a Diana?-dice ella cabizbaja. Se mira sus manoletinas blancas.
Se queda todo en silencio, solo se oye el repiqueteo del tren, más silencioso que los antiguos, las sacudidas son continuas, alguna gente parece que se va a caer, pero solo hace el amago. A esas horas había pocas personas a bordo.
-Sí- lo susurra como si le diese miedo. Le mira con esos ojos violáceos, el muchacho mira el paisaje que se extiende en la ventana enfrente suya. Mientras continua hablando.-Eso es lo que me da miedo. No quiero perderla. No quiero que ocurra otra vez.
Delia le posa la mano en los omoplatos, le da un par de palmadas suaves. Gabriel la mira, sus ojos siempre habían sido profundos, y aquel día parecía un pozo sin salida.
-Te dije, que algún día encontraras a alguien con quien estar, y ella no es Diana. Pero si no confías en ella, todo saldrá mal.
-Ya lo sé, Delia.-dice a modo de respuesta, sigue mirando por la ventana, de camino a su casa, tras dejar a la chica, mira a la gente, ve a gente feliz por todas partes, ya sean parejas, amigos, familias,… y todos por lo mismo. El afecto, el cariño, el apego… tiene muchos nombres pero se reúnen en uno solo. Amor.
Continua caminando, mirando las luces de las farolas, encendidas de manera artificial, brillan como si fuesen estrellas iluminando un camino. No dejan ver a las verdaderas, pero se intuyen que están allí, ocultas, porque nadie podría ser feliz con solo esas estrellas falsas. Comienza a girar las llaves en la puerta de su casa. Se echa a dormir, mañana sería otro día, ya pensaría en ello. Mientras deja que los sueños le lleven a otro lugar sin preocupaciones.

lunes, 16 de enero de 2012

Capítulo 25

La chica tardó un tiempo en reaccionar, a ella le pareció un instante, al chico la eternidad. Al fin, respondió.
-Dos cosas… Primera. Suéltame.- Solo dijo eso, sus ojos húmedos le miraban fijamente. Él chico solo le soltó las manos, pero se quedo en la misma posición.-Segunda…-Gabriel esperaba un no rotundo, cerró los ojos como si aceptara una condena, sintió una mano en su nuca, tenía las yemas de los dedos frías, tiró de él hacia abajo, se volvieron a besar,  fue más apasionado que el primero, la chica dejó que él guiara, ninguno quería que acabase nunca, intercambiaron pequeños besos, hasta que se quedaron a pocos centímetros el uno del otro con las frentes pegadas, él fue el primero en romper aquel silencio.
-¿Debo suponer que eso es un “sí”?-pregunta en voz baja, temiendo romper ese momento, mientras la mira a esos ojos que aparentaban pequeños amaneceres de un día de invierno y dibujaba una sonrisa picara.
-¿acaso lo dudas?-dice ella riendo.
-Es que… me gustaría oírlo.-Gabriel también se ríe.
-Vale.- Se queda pensativa, se queda en silencio mirándole a los ojos, aquellos ojos del color de un cielo encapotado de nubes anunciando una tormenta. Piensa como decirlo, decide hacerlo como él, y al final sale solo.- Cuando te vi en aquella discoteca lo primero que pensé es que eras un cabrón, un cerdo, un asqueroso, en resumen todo lo malo que podría encontrar; pero poco a poco, cuanto más tiempo pasaba contigo, un deseo crecía más y más en mi interior, pero yo no me daba cuenta, poco a poco, fui notando que las cosas iban cambiando de color, cada vez resplandecían más, cuando Anne –cogió aire- quedó contigo, la pena me consumía, fue cuando me di cuenta, parecía tan extraño que no le hice caso. Cuando te vi en aquel semáforo, me entraron ganas de llorar, entonces pude ponerle palabras a este sentimiento y ahora te lo digo… Te quiero.-Unas lágrimas parecidas a estrellas fugaces comenzaron a inundar sus ojos. No podía aguantarlas más, fueron cayendo una a una por sus mejillas, le hacían cosquillas, se echa a reír.- ¿Sabes?, hace tiempo que esperaba un ángel, y ahora ante mí, no he encontrado a “un” ángel- alza la mano que le quedaba libre, le acaricia el rostro con el dorso.- ahora es “mi” ángel.
Él fue atrapando una a una sus lágrimas, la besa en la frente,  los ojos la nariz, y por último en sus labios.
 Al rato, comenzaron a levantarse, Gabriel ayudó a Saray a levantase. Ella se aferró a su brazo, como si temiese que echase a volar, caminan felices, aunque no lo demostrasen con sonrisas lo eran, ella había podido salir de aquella soledad que la aprisionaba; él de aquel pasado que lo aferraba encadenándolo. Juntos habían dibujado una puerta en una pared en la que no había nada, paso a paso, hasta que pudieron cruzar por ella.
Caminan cogidos de la mano, felices e ignorantes; no presienten nada de lo que va a ocurrir.
Una muchacha de pelo dorado, los sigue. Frenética, clava las uñas de porcelana en la tela de la falda, arrugándola. Mientras sus dientes se presionan los de arriba contra los de abajo. De sus ojos solo salen brillos de odio y rencor.
-Te vas a enterar, Gabriel… Pagarás  por haberme hecho esto- una sonrisa diabólica se forma en el rostro de la desconocida, que ahora camina en dirección contraria, hacia su hogar.

Capítulo 24

Espera pacientemente a que el semáforo se ponga en verde, algo le parece familiar, aparta la vista del semáforo, y la ve, tal como estaba aquella mañana, el mismo vestido, su profunda mirada azul, la observa mientras se mete el pelo tras la oreja, ella, nota que la miran, dirige su mirada hasta encontrarse con la de Gabriel, ¿Qué hacía allí?
Gabriel la observa, cuando ella se da cuenta de su presencia, levanta su dedo y le señala, con la cara pálida y sorprendida. No le extraña, se empieza a reír, el foco de luz roja cambia verde. Camina hacia ella.
-Me parece que te equivocaste al elegir mi chica ideal.- dice al pasar por su lado, la chica se voltea, sonrojada, extrañada, aliviada.
Le tira del brazo hasta pararle, le mira directamente a los ojos.- ¿Qué ha pasado?
-Nada, solo que me di cuenta que no era mi tipo.- Responde Gabriel desviando su mirada.
-¿Y ahora que se supone que le digo, eh, tío listo?- dice ella, mientras le suelta el brazo.
-Yo que sé… llámala y dile que estoy malo.- Dice él mientras comienza a andar, ella lo sigue, tras haber sacado el móvil. Busca un contacto, le da a llamar.
-¿Hola, Anne? Soy Saray. Sí, mira, chica, me acaba de llamar el chico del que te hablé, si ese.-Ella pone los ojos en blanco- Pues veras, me acaba de llamar. Me ha dicho que se ha puesto malo. Sí, oh, no es nada no te preocupes solo Diarrea Precoz,- Gabriel siente un escalofrío, la mira ella esboza una mueca burlona.-No podía salir de su casa, y me dijo que lo sentía muchísimo. Sí, sí, lo siento. Nos vemos guapa. –Cuelga- Ya está solucionado.
-¿No existía otra enfermedad o qué?-Sus ojos grises la miran.
-No, se siente… me lo invente sobre la marcha.  
-Joder.
-¿Te apetece dar una vuelta?.- Dice ella mientras sonríe. ¿Cómo se iba negar a aquella sonrisa?
-Sí, ¿por qué no?-él le respondió con otra sonrisa, caminaron por las calles, hasta llegar a un parque, tenía una gran parte de césped, ella como la última vez se tiró en la hierba. Que estaba aún fresca en las sombras de los árboles, Gabriel se sentó a su lado.
Hablaron de cosas mundanas sin importancia, Se hizo un silencio, el muchacho miraba al cielo azul, sus ojos refulgían como la propia plata, sus cabellos, se movían con la suave corriente de aire que había en aquel lugar, ella le observaba, se preguntaba enigmas de los que no conocía la respuesta.
-¿Por qué no te fuiste con Anne?- su pregunta no fue pensada, solo nació de sus labios sin preconcebirla. Ella miraba a Gabriel, él sorprendido se quedó mirando al cielo, no le dirigió su mirada en ningún momento.- ¿Por qué no me respondes?
Entonces aunque fuera por un instante la miró, sus ojos tenía un fulgor de tristeza, ni se lo pensó. Se lo jugaría todo a una carta, le aprisionó las muñecas, una con cada mano, y rápidamente, antes de que ella pudiera decir nada más, con medio cuerpo recostado sobre ella, la besó, no fue como los otros besos que él había robado tantas noches, aquel era diferente, ella simplemente se sintió como en el cielo, ¿eso era lo que se había estado perdiendo? De haberlo sabido, aquel día en el parque le hubiera dejado continuar. Cuando se separaron, ella comenzó a abrir los ojos, y se encontró con los ojos grises y profundos de Gabriel, su rostro estaba sonrojado, y observaba a la chica mientras comenzó a hablar.
-Si no fui con Anne, fue por ti. Porque sin darme cuenta me he pasado sumergido en la sombra de un recuerdo estos dos años, pero cuando te conocí en ese bar, pensé que serías una más, una chica que buscaba un amor de una noche, cuando me golpeaste, pensé que eras solo una roca que no brillaba ni arrojándole luz. –la chica no quería escuchar más, temía que sería lo siguiente que oyera- Pero con el tiempo descubrí que brillabas con luz propia, y esa luz poco a poco fue haciendo desaparecer esta sombra, ahora vivo en tu luz…-Cogió aire, la chica con los ojos húmedos sabía lo que venía a continuación, como si todo estuviera escrito- Saray, me gustas, ¿Quieres salir conmigo?

Capítulo 23


Mientras Gabriel, decide hacer una parada en la casa de Lucas, quien tenía unas llaves de repuesto de su casa, por si acaso ocurría algo así. Llama al timbre, sale a abrir Lucas, vestido solo con unos pantalones, como siempre con su aspecto desgarbado, se pasa la mano por su pelo negro y corto al estilo atlético, sus ojos verdes se abren como si fuesen rendijas. Parecía que se acababa de despertar.
-Joder, Gabriel. Me estaba echando la siesta.
-Lo siento Lucas, recuerdas las llaves de repuesto que te deje, necesito que me las devuelvas.
-Vale, vale, ya te las devuelvo.- Desaparece de la puerta, al rato aparece con unas llaves tintineantes en un llavero rojo.-Toma, aquí tienes, todas tuyas.
-Gracias, bueno, me voy que tengo prisa.
-Hoy, ¿Saldrás?- Pregunta su amigo apoyado en el marco de la puerta.
-Supongo que sí, luego te llamo.
-Más te vale.
-Hasta luego.-Lucas se despide alzando la mano. Algo que le encantaba del carácter de Lucas, era que mientras no te metieses en líos o necesitases su ayuda, nunca te pedía explicaciones.
Gabriel llega a su casa, abre la puerta y enciende el portátil, quería meterse en el  Tuenti, a ver si Saray había tenido suerte. Mientras se mete las llaves de repuesto en el bolsillo, para no volvérselas a olvidar.
Tiene un mensaje privado.
“Te he conseguido la cita. Esta tarde a las 5.30, en la estación de Juan de la Cierva. Buena suerte”
El mensaje es seco, pero él no necesitaba más, con eso se entendía. Eran las tres y media, le daba tiempo a comer algo, cambiarse de ropa y salir de allí.
Mientras el muchacho se adecenta un poco, Saray entierra su rostro entre sus manos, nada podía ir peor, ¿por qué le había pedido aquello?
Se levanta del suelo al lado del teléfono, se dirige a su habitación, una vez allí decide recoger las llaves, el móvil y un bolso pequeño, y sale a la calle, necesitaba despejarse quitarse todo de la cabeza, dejarla vacía. Un portazo resuena por el edificio.
Gabriel se dirige al sitio donde habían quedado. Va escuchando música, camina desde la estación de Getafe centro hasta la de Juan de la Cierva, por las calles que le había mostrado Saray hacía apenas unas horas, cuando ella sonriente le iba diciendo que calles eran y a donde conducían. Caminó por aquellas callejuelas y atajos, hasta estar a unos metros de su destino, veía a lo lejos a la muchacha, Anne. Él llegaba tarde, pero no tenía prisa, la observa de lejos, sin darse cuenta va reduciendo el ritmo hasta que se para, la observa, ¿Era eso lo que él quería?, no lo sabía, o eso pensaba, en ese momento, los recuerdos de aquellos últimos días afloraron en su cabeza como burbujas en un lago, miró hacia delante, allí estaba aquella muchacha, como a él le gustaba; pero, ella no era lo que él quería.
Se da media vuelta, mientras va intentar de recuperar algo que a lo mejor ya ha perdido.

domingo, 15 de enero de 2012

Capítulo 22


Unos minutos más tarde, ambos muchachos pasan por la plaza Palacios, bajan por Juan de la Cierva, continúan hasta llegar a la boca de metro con el mismo nombre, y continúan hacia delante.Unas preguntas se suceden a otras.

-¿Y desde lo de Diana, no te has vuelto a enamorar?- decía ella, sorprendida.
-No, no puedo.-Decía él serio.
-Venga yo te aydaré a encontrar a la mujer ideal….-Dice ella mientras se sube a un pequeño poyete y lo recorre, lleva un vestido, es deñido en el pecho y el resto es vuelo, convinado con unas sandalias marrones. Su vestido que le llegaba por las rodillas la hacia más inocente de lo que parecía, él en cambio, no tenía ropa para cambiarse.- ¿Cuál es tu tipo?
-Rubia, alta, guapa, con carácter, delgada…- Entonces la ve, es una muchacha que camina rápido por el otro lado de la acera.La señala- mira, como esa.
Al no oír contestación, Gabriel mira a Saray,  esta logra echar las palabras que se habían quedado atascadas en su garganta.
-Yo conozco a esa chica. Es Anne.- mira sorprendida al muchacho, este solo dijo tres palabras mientras le mantenía su mirada azul- Cumple tu promesa.
-¿Qué quieres decir?- ella esta horrorizada, ¿por qué tenía que ser ella?.
-Es muy fácil, dile que hay un chico que la quiere conocer,...-suspira- en resumen, consígueme una cita.
Recuerda esas palabras como si le hubieran puesto una lápida,  la habían cargado con un peso enorme, ¿qué haría? ¿Se lo diría a Anne o mentiría y le diría a Gabriel que Anne decía que no?. Las dudas no hacían otra cosa más que asaltarla.
Tras aquella conversación, Gabriel se había ido a su casa, alegando que antes pasaría por la de un amigo, a por unas llaves de repuesto que le guardaban. Si Saray hubiese tenido animos le habría echado la bronca, pero estos se habían esfumado.
Recogió el teléfono, decidiendo que hacer, o llamar a Anne, o a Gabriel.
Anne era su amiga y quería verla feliz; Gabriel le caía ben pero, no sentía nada por él, era imposible que sintiese algo por él en tan poco tiempo. Tomó una decisión.
Marcó el número, una vez lo descolgasen no  habría vuelta atrás.
Tut-Tut.
Una voz femenina responde.

Capítulo 21


Gabriel observaba como la muchacha buscaba algo en el armario, que parecía enorme, pues ella ya tenía medio cuerpo dentro.-Ya esta, lo encontré-Se le oye decir triunfal.
Levanta lo que había sacado, era un bate.-Como te acerques a mi cama con el más mínimo pensamiento de hacerme algo te golpeare con esto, y por cierto tengo el sueño ligero- Sonríe triunfal.
-Procuraré no hacer ruido.-Responde él secamente mientras sonríe.
-Y por si acaso echaré el cerrojo.- Hablaba consigo misma.
-Oye, ¿y si vemos otra peli?- la chica le mira.-Ya sabes, para que nos entre sueño.
- Vale. Porque no.- comenzó a andar hacia la estantería y recogió una peli, eligió la de "300".Una peli de acción para no quedarse accidentalmente dormida.- ¿Te parece esta?
-Sí, esa me gusta.
-Vale, ya la pongo.- Colocó el disco en el DVD y le dió al play, el chico trajo unas coca-colas y unas palomitas. Ambos cenaban ligero por la noche, así que con eso bastaba.
Cuando se acabó la peli pusieron otra, porque ninguno de los dos tenía sueño, en la tercera, la chica se recostó un poco sobre él, y poco a poco, con el transcurrir de la película, se fue quedando dormida. Cuando terminó la película, Gabriel comenzaba a tener sueño.
-Eh, tú, vete a tu cama, que quiero dormir ya.-Solo recibió un refunfuño de respuesta, la levanta un poco, le mira la cara, estaba dormida, se ríe, la señora leona dormida mansamente como un gato, la recoge con cuidado y la deja en su cama.
-Buenas noches…-Dice mientras se aleja. Cierra la puerta sin hacer ruido. Se ha desvelado un poco, se dirige a la estantería, hay muchísimos libros. Elige uno al azar. Comienza a leer, cuando ya lleva un trecho, le empieza a dar sueño, apaga las luces y se duerme.

Suena su blackberry. La busca a tientas medio dormida. La encuentra, le da a descolgar. No habla solo hace un amago de hola.
-Uy, ¿te acabo de despertar?- Era Mónica.
-Ñe.- dice Saray mientras intenta despejarse.
-Ya veo que si… Serás gandula, son las dos de la tarde y tú tranquilamente sobando, ¡Ni que trasnochases!
Comienza a pensar, recuerda a Gabriel, las pelis, y que se durmió, Se despeja de golpe. ¿Cómo había llegado allí?
-Ahora te llamo.- Cuelga.
Va medio corriendo hacia el salón, se encuentra todo colocado. Solo había sido un sueño, seguramente no había pasado nada. Gabriel nunca habría estado allí y todo había a sido un sueño.
-Oh, ya te despertaste.- ella le mira, entonces aquello sí que había sucedido.-Aunque ya era hora. Oye, al menos, te podrías vestir  y no estar todo el día con el pijama. Además se te está cayendo.
La muchacha se subió la manga del pijama, que se deslizaba lentamente por su hombro-Ayer… ¿me hiciste algo?
-Eh, sí-Saray notaba que le iba a dar un espasmo.-Te quedaste sopa a la mitad de la tercera peli, te lleve a tu cama y te acosté.
-¿Solo eso?- preguntó ella desesperada.
-Oye, mira, no sé qué opinión te habrás hecho de mí, pero yo no voy violando a las jóvenes adolescentes dormidas.-Dijo con sarcasmo.
-Vale. Te creo.- no sabía porque pero le parecía correcto creerle, además lo que decía se correspondía con los recuerdos borrosos que tenía, tenía el recuerdo vago de que tenia de haber sido levantada y depositada en su cama.
-Así me gusta.- Dice con una sonrisa.-he hecho tostadas cubiertas de rodajas de plátano y trozos de fresa, con una capa de miel. Te  he dejado dos, por si querías desayunar.
-Oh, ¿y esa hospitalidad?- Dice ella apoyada en el marco de la puerta, mientras esboza una sonrisa.
-Me dejaste dormir, y te debo una que te pago a través de un desayuno.
-Oye, ¿acaso eres un prestamista? Estas todo el día con deudas por aquí deudas por allá.
-No me importa ser un prestamista, mientras eso me permita pasar más tiempo a tu lado,- la chica se comienza a poner roja.-Bueno ¿qué hacemos hoy?
-¿Te apetece dar un paseo?- responde ella, una vez ha recuperado la compostura.
-Claro, pero no contigo así, vístete anda. Se te ven hasta las ideas.- Se echa a reír, ya se la puede imaginar hecha un basilisco como siempre, y medio gritandole improperios.
-¿Es que acaso no te gusta?- responde ella poniendo un tono de voz suave y tentador, Gabriel se gira, esta apurado, no se esperaba algo así, Saray esta esbozando una sonrisa, y cuando ve la cara de Gabriel se echa a reír, entre risas farfulla- Dios….No me lo creo.... Te lo creíste.
Se marcha riéndose a vestirse. Gabriel se queda de piedra, se la había jugado. Ella era una caja de sorpresas.

Capítulo 20

Suena la melodía de la blackberry, recoge el móvil, es Gabriel, había guardado su número  cuando le envió aquel  mensaje.
-¿Sí? ¿Qué quieres?- se oía el alboroto de la gente  a su alrededor, la chica se tira en el sofá y comienza a jugar con su pelo.
-Joder, ¡Qué directa!- dice el chico, se lo podía imaginar con su sonrisa pícara.-Me preguntaba si me invitarías a comer, me debes una invitación y no me apetece hacer la comida.
-Mmm, es que iba hacerme la comida. Además contigo me estoy quedando a dos velas.
-¿Sólo por un helado?- se ríe.-Pues como contigo.
-¿Mande? ¿Cómo que comes conmigo?-Suelta inmediatamente el mechón con el que jugaba, se incorpora.
-Lo que oyes, como no tienes dinero, me voy a tu casa y como allí.
-¡¡P-pero!!- la chica no sabía que decir, le daba vergüenza que viese su casa, y a un mas si recordaba lo de la noche anterior.
-Es eso o me llevas a un restaurante que yo elija y será muy caro- la chica sintió un escalofrío.
-Vale.-Dijo secamente- Nos vemos.
-Hasta luego.
Pulsa la tecla de colgar, sale disparada hacia su habitación de ducha, se hace un moño alto, se pone unos pantalones cortos de chándal y una camiseta con un dibujo de un gato, recoge los trastos los coloca, limpia el polvo mientras pone pasta a cocer.
Enciende la música. Pone la mesa. Para dos. Se le hacía raro, no iba a comer ella sola. Justo cuando está sacando la pasta cocida, suena el timbre, -¡Ya voy!- Grita mientras deja la pasta y corre hacia la puerta. Pasando antes a apaga la música.
La abre. Es la vecina del tercero, la vieja cotilla, iba con el pelo corto y teñido de rubio, estaba gordita, y llevaba gafas de montura gruesa.
-Hola hija, venía a por la comunidad.
-Ehm,… Podría pasarse luego es que ahora no sé donde lo he dejado, o mejor ya luego se la subo yo.
-Bueno hija, esperare ansiosa a que me la taigas, ¿estás bien sin tus padres?-Dice la mujer mientras intenta echar un vistazo al interior del piso.
- Sí muy bien, me pillaba a punto de comer.
-Ay, te estás alimentando bien, mira que te veo muy delgada.
Se tenía que ir de allí ya, Gabriel estaría al caer, y no podría tardar más en echarla.
-Sí, muy bien…
-Hola…- era Gabriel, la chica maldijo todo lo existente en su fuero interno.
-¡Uh! ¿Y este jovenzuelo? ¿Tú novio?
-No, es… mi primo lejano que para estrechar lazos ha venido a comer, bueno pasa no te quedes hay- dijo con la sonrisa más artificial existente.-Hasta luego señora.
Cierra la puerta dejando a la mujer con la palabra en la boca. Suspiró, cerró los ojos y bajo la cabeza.
-Pero, bueno, que modales son esos señorita, le ha cerrado la puerta en las narices a una señora mayor.- Dijo agudizando la voz, se empezó a reír.
-Oh, cállate.- Se dirigió a la cocina, cogió dos platos humeantes de pasta, y los aderezó, les echo mayonesa, jamón cocido, huevo y maíz. Cuando empezó a mezclarlos, Gabriel habló.-Vaya ¿y esa receta?
-Idea de un tío mío, están muy ricos y si no te gusta te aguantas- le echo una mirada punzante como el hielo.- ¿Quieres pan?
-No, no suelo comer pan.
Recoge los platos y, comienza a caminar, cuando él la para y le quita el peso.
-Las señoritas no deben cargar con cosas pesadas- La sonrisa de él evoca una en el rostro de la muchacha. Ella se sonroja levemente, le guía hasta el comedor, Gabriel coloca los platos, se sientan y comienzan a comer, pasa el tiempo, la aguja del reloj, que cuelga la pared, recorre la esfera frenética. Al cabo de una hora, una vez terminada la comida, se sientan el sofá, ponen una película.
-¡Qué calor hace!-Repone él. Mientras se estira en el sofá.
-Pon el aire acondicionado si quieres-le tiende un mando, blanco-Toma.
-Vaya gracias.-Lo enciende, ella coge una mantita, que tenía en el sofá, se la echa por encima.- ¿Qué haces loca?
-El aire acondicionado me da mucho frío, y me suele poner mala.-pone mala cara, ¿si la pone mala por qué le abría dado el mando? Sonríe.
-Ah, bueno tengo la solución.-Le pasa el brazo por los hombros y la atrae hacia él, la chica pasa de estar sentada normal a estar echada sobre él, se empieza a poner roja.-Dios, pareces una estufa.-Se empieza a reír, desprendía mucho calor.
-Me lo dicen mucho, por eso me alejo un poco más de las personas en verano, porque las agobio,-le mira desde abajo, sus ojos azules, brillan en la oscuridad creada por estar de espaldas a la luz que procedía de la ventana- será mejor que me sueltes, si no te daré mucho calor.
El muchacho se sonrojo, como podía una persona con ese carácter independiente, decir esas cosas tan tiernas.
-Da igual, me acostumbrare. Ahora calla que comienza la peli.
Ella se acomodo, se estaba a gustito, cuando iban por la mitad de la peli, ella cerró los ojos por un instantes y se durmió. Cuando él se dio cuenta, el moño se le había deshecho, y comenzó a acariciarle el largo pelo color caoba, parecía lioso y caótico, pero era suave, se pasó toda la película acariciándole el pelo, le encantaba la cara que tenía dormida, le recogió el rostro durmiente con las manos y le dio un beso en la frente, suave y corto. Luego él también se durmió.
Ella al rato comenzó a abrir los ojos, se restregó los ojos con las manos, su primera imagen fue la de Gabriel, dormido, su semblante era serio, pero su rostro era bello, parecía que se hubiese caído un ángel del cielo, se incorporo un poco, poniéndose sobre el sofá de rodillas, apartó la mano del muchacho que estaba enredada en su pelo; y se quedó observando su rostro, le apartó un mechón que se le había descolocado, le encantaba su pelo, observó sus ojos, tenía las pestañas largas, prefería sus ojos abiertos pero así no estaban mal, comenzó a acercar su rostro sin darse cuenta, estaban a unos milímetros el uno del otro. Suena el teléfono, ella se aparta rápidamente, tanto que se cae al suelo,se levana, coge el teléfono. Eran los de ONO, diciendo ofertas. Cuelga, maldice el teléfono. Gabriel se ha levantado.
-¿Has tenido una pesadilla o algo?-pregunta el soñoliento.
-No, ¿por?
-Tienes el pelo muy revuelto.
-Jopé, odio desenredarlo.- ice la muchacha mientras se mira el pelo.
-Trae te lo desenredo, dame un peine- la chica sorprendida se le queda mirando inmóvil- tráelo antes de que cambie de opinión.
-Vale, vale.-Repone mientras se levanta, recoge un peine y se lo da.
Él le ofrece una silla, ella se sienta de lado, para que así el respaldo no moleste.
-Dime Saray, ¿Te caigo bien o mal?
Esa pregunta la coge por sorpresa.
-Nunca dejaría que alguien que me caiga mal me cepillase el pelo.- Él le pega un pequeño tirón, ella se queja.
-¿Has tenido algún novio?- otra preguntita comprometida.
-Eso ni te va ni te viene.
-Así que no, ya veo, es lógico con el carácter que tienes.
-¿Y tú?- responde furiosa.
-¿Eh?
-Como eres tan perfecto habrás tenido muchas novias ¿no?
Se hace un silencio, incómodo, el chico piensa como responder.
-Yo tuve una novia, solo una.
-¡Venga ya!- se lo toma a broma.
- En serio.
-No me lo creo.- ella se sigue riendo. Él le da la vuelta al asiento y se pone delante de ella. La mira seriamente.
-En serio.
-Perdón-dice ella al ver su mirada severa.
Se hace un silencio, parece que es eterno.
-¿Por qué lo dejasteis?- las palabras salieron de manera involuntaria, se tapo inmediatamente la boca.
-¿Palabras textuales?- ella asintió, no sabía porque pero aquello le interesaba demasiado.- Ella se cansó de mí.
-¿Qué quieres decir?- Le sostuvo la mirada, era inmensamente triste, rogaba a Dios que desapareciese aquel pozo lleno de tristeza, en alguna parte de su cuerpo, ella sabía que él aun estaba enamorado de aquella muchacha.
-Ella y yo llevábamos  un año saliendo, pensaba que era el amor de mi vida pero ella...- cerró los puños, las manos le temblaban, Saray se dio cuenta, se las cogió.Tenía las manos frías.
-Si no quieres contármelo no pasa nada, siento que hayas recordado eso.-dijo esbozando una sonrisa. Gabriel no sabía que hacer, le dolía mucho hablar sobre aquello, pero quería contárselo, todo.
- Ella,-prosiguió- se llamaba Diana, era muy guapa, parecía una modelo, -sonrió con amargura- cuando llevábamos un año, en el que habíamos pasado muchas cosas juntos,  ella me dejó, porque le aburría, me dijo que ella se desinteresó de mí hacía mucho, yo me quedé hecho polvo, ella se fue. Ni siquiera rompimos, solo se fue, y su despedida fue aquella, que le aburría. Desde entonces no he vuelto a ver a las chicas igual, las veo como objetos sin quererlo, porque a mí me utilizaron como uno.
Instintivamente Saray le abrazó, no sabía que decir, así que intentó cargarlo todo en dos pesadas palabras que le costó pronunciar-Lo siento.- Ella rompió a llorar, no sabía porque, solo lloraba, en alguna parte de su ser aquellas palabras le hacían daño. El muchacho la abrazó fuertemente. No entendía por qué aquella chica era así, no lo entendía, quizás por eso le atraía tanto. Enterró su rostro en su pelo, cerró sus ojos fuertemente  y dejó su mente en blanco, dejó que el olor de aquella muchacha lo ocupase todo. Cuando ella paró de sollozar, él la apartó de sí, tenía los ojos rojos e hinchados, le quitó alguna lágrima que se había quedado rezagada.
-Esto es extraño, debería de ser yo el que llorase no tú… mira que eres rara- dijo sonriendo. Ella también sonrió.
-Mira que soy rara…-Dijo riendo. Al chico le encantaba su sonrisa. Ella mira la hora. Es tarde.- ¿No te deberías ir yendo?
- Sí tienes razón, -busca en sus bolsillos el móvil, ahí está, se da cuenta de que le falta algo. Hoy iría a pasar la noche a casa de Lucas.
- ¿Pasa algo?
- No, solo que se me han olvidado las llaves.-Se comienza a ir, paro la chica le engancha del brazo.
-¿Por qué no duermes aquí?- Dice con una sonrisa, al ver la cara de circunstancia del muchacho, ella frunce el ceño y señala al sofá.
-Como quieras…- Dice él, con su sonrisa pícara.-Si ocurre algo luego no me mires.
Comienza a reír, la chica le pega un empujón.
-Tranquilo tengo mis defensas.-dice con una sonrisa.

Capítulo 19


Se olvidó de apagar el móvil y ahora taladraba sus oídos, era temprano, había tenido una mala noche y quería volverse a dormir, pero no podía, recoge  el teléfono y lo descuelga.

-¿Sí?- dice con la voz pastosa y ronca. Mientras trata de estirarse.
-¡Buenos días dormilón!- Era Delia.- oye, ¿qué te pareces si quedamos en la biblioteca y te invito a desayunar?
-Perfecto.- dijo Gabriel ya incorporado.
-Pues no tardes.
-¿Ya estás  allí? – Gabriel estaba sorprendido, en su vida no había conocido a ninguna mujer que llegase pronto, y ahora en dos días conocía a dos.
-Sí, y como no te des prisa me voy yo sola.- se empieza a reír, Gabriel imagina su sonrisa.
-Vale me daré prisa.
-¡Vale! ¡Ciao!
Cuelga el teléfono, engancha lo primero que encuentra en el armario, se lava la cara, y al ver el pelo que comenzaba a nacer de su cara se afeita. Se pasa los dedos por el pelo para colocarlo, se pone la ropa, unos vaqueros largos, y una camiseta con un dibujo gastado de la bandera de Estados Unidos. Y sale corriendo de su casa, dejando sin darse cuenta por las prisas algo que siempre tienes que llevar.
Una vez fuera coge la moto y se dirige hacia donde esta Delia.
Delia le espera, lleva una bolsa con el desayuno, unos cafés del Starbucks y unos donuts de crema.
Lo ve llegar a lo lejos en la moto, le sigue con la mirada, lo ve aparcar, bajar y andar hacia ella.
-¡Tardón! – Le dijo ella mientras le daba la bolsa.- Eso pesa, me estaba haciendo daño en las manos.
-¿Esto es el desayuno?- Dice mirando la bolsa.
-Sí, he escogido lo que te gustaba de pequeño, bueno el café ha sido decisión mía, no creo que prefirieses un cola cao.
-Eh,… pues el café no está malo pero prefiero las cosas dulce.-Se ríe. Delia se queda cortada.
-Uf, menos mal, en un solo hay leche, me echas un poco en el café y al resto le echas tu cola cao,-Gabriel la mira sorprendido.- ¿Qué pasa? Me gusta más el café con poca leche, así que pedí un caso de más y me traje leche de mi casa, ¿contento? No me gusta que abociquen más leche que café.
Se dirigen al parque más cercano, sentados en un banco, sacan los donuts, el café y el cola cao.
-Dios, a tu lado parezco un crío.
-¿Es qué lo dudabas?- Delia sonríe, tenía una sonrisa preciosa aquel momento lo lleva un día atrás, instintivamente, lo aleja de su mente.
-Delia…
-¿Sí? ¿Qué pasa enano?- Delia mira al cielo, hoy esta precioso, esta un poco nublado, como si fuese una neblina, pero aun así se contempla una azul pálido, que luego sería fuerte y hermoso.
-¿Tienes novio?-Pregunta inocente.
-¿Q-qué?-Delia se estaba poniendo cada vez peor, le temblaban las manos, su mente se había vuelto caótica, no quería hablar de ello, no con él.- Em, sí.
-¡Oh! Esto suena a cotilleo, ¿Cómo os conocisteis?- sus ojos grisáceos brillaban enigmáticos.
-Pues él y yo, estábamos haciendo cola en un McDonald y comenzamos a discutir, porque yo pensé que se había colado, y desde entonces, empezamos a salir un mes más tarde.-Gabriel, sonríe.
-Parece como una peli- Susurra para sí mismo.
-¿Eh?-Delia clava sus mirada violeta en él.
-Nada, nada. ¿Y alguna vez tú le dijiste que no?
- Mmm, una vez, pero él a tiempo me enamoró y me lo volvió a pedir… Un momento ¿a qué vienen tantas preguntas?
-Nada, es que no me habías contado nada de este tema y yo sí, así que me parecía justo.
-Ah, te refieres a lo de ella, ¿no?- esta vez lo miró con tristeza.
-Sí…- Gabriel agachó la cabeza, miraba aquel donut, estaba rico.
-Recuerda… Que hay muchos peces en el mar.
-Ya lo sé, pero no hay ninguno que merezca la pena pescar.
-¿Perdona?, yo si merezco ser pescada.- Repuso guiñado un ojo. Gabriel se empezó a reír.
-Sí, entre las sardinas la mejor.
-Bueno algo es algo- Delia era amable, guapa, lista… la chica perfecta. Pero, a él aunque le gustaba el carácter que tenía, prefería otro tipo de carácter. – Bueno voy a llegar tarde a mí turno, será mejor que me vaya, y sea lo que sea que tienes entre manos, no te rindas.
Gabriel, sonriendo, la despide con la mano, ella se aleja hacia la biblioteca. Decide llamar a Saray, aun le quedaba un invitación.